viernes, 5 de octubre de 2012

Ser más grandes cada día (fragmento)




Cuando llegué a mi casa ese día, mi madre intuyó que un desasosiego no me dejaba en paz.

- Gaby, ¿Qué te ocurre hija?

- Nada mami, estoy bien.

- No hijita, algo te pasa, sabes que puedes confiar en mí.

- Mamita el otro día conocimos a una niñita en el Convento, la habían traído de Huaraz, perdió a sus padres, estaba muy delicada y no pudo recuperarse. Hoy nos hemos enterado que hace unos días falleció.
...
Se me hace muy duro pensar que un ser tan puro haya sufrido tantas desgracias. No entiendo por qué Dios permite esas cosas.

- Hijita, la vida es un regalo de Dios y sólo Él puede quitárnosla. Algunas personas llegan a viejas como tu abuelo y tienen muchas alegrías, pueden gozar más tiempo con sus seres queridos; pero también sufren los dolores más tristes, como la pérdida de los que se fueron mucho antes. Los que tienen una vida corta como la niña que conociste en el convento, como tus tíos Ángel y Roque, sólo nos llevan ventaja, a todos nos toca partir en algún momento y mientras sigamos viviendo tendremos que estar preparados para despedir a mucha gente que irá a gozar del descanso eterno antes que nosotros.

- Mami, cuando se van los seres queridos ¿Cómo se puede seguir viviendo sin ellos?

- Ay hijita, la vida ya no volverá a ser la misma, pero tienes que seguir viviendo porque tienes otras personas por quien vivir, incluso mucha gente que todavía no conoces y a quienes quizás ames mucho más de lo que te puedas imaginar. Lo importante es abrir tu corazón y llenarlo de amor a Dios, a ti misma, a tus semejantes, a la vida que nos ha sido entregada y merece ser aprovechada al máximo.

- Gracias mami, ahora me siento mucho mejor. Tú sabes cuánto te quiero, me tienes a mí y a mis hermanos, todos te amamos y te necesitamos.

Existen dolores que ayudan a crecer. Mi familia fortuitamente vivió en carne propia los estragos del terremoto. Podría considerarse una ventaja haber sido parte de un dolor tan inmenso, nos ayudó a crecer en el compromiso social, nos abrió los ojos a lo que nadie quería ver. Haciéndonos más fuertes y decididos. Transformar la desgracia en esperanza, desear el mejor futuro para los que quedan y sentirnos más hermanos con los que, al igual que nosotros, habían sentido el mismo sufrimiento. Fue lo que nos ayudó a continuar con la vida y ser más grandes cada día.



No hay comentarios:

Publicar un comentario