miércoles, 26 de septiembre de 2012

Dilema por el cambio (fragmento)





"... Al día siguiente fuimos al colegio y la profesora de Historia Universal, señorita Dora Vélez, no cabía en sí de la felicidad, y nos dijo:

- “Queridas niñas, se ha dado inicio a un gran cambio, debemos sentirnos orgullosas de ser peruanas. Nuestro país ha marcado un hito en todo Latinoamérica. Hemos recuperado nuestra riqueza, que estaba siendo vilipendiada por manos inescrupulosas foráneas. Ayer hemos sido testigos de un acto que será recordado por generaciones enteras...
, la instauración del Día de la Dignidad Nacional, nada más honroso que tener dignidad, valorarse, hacerse respetar. Estamos viviendo una época de cambios sociales, cambio de estructuras, cambio de conceptos que rigen una nación. Tomen conciencia y amen a su patria. Todo lo que simbolice ser peruano, acójanlo, abrácenlo, defiéndanlo. Esta es la revolución más hermosa que se ha dado en la historia del Perú, sin derramamiento de sangre. Esperemos que los actos que siguen, sean así de acertados y reivindicativos.
Lo más importante es que se está buscando formar nuevos peruanos, para que esta generación tenga mucho más que cosas materiales para legarle a sus hijos: La herencia de un amor incondicional a su patria y el compromiso de contribuir a su engrandecimiento en cada acto que realicen en su vida”.

Fue tal la emoción con que decía estas palabras, que nunca las podré olvidar. Pienso que esta etapa de mi vida, me marcó para siempre. En cualquier lugar del mundo donde pueda estar, siempre diré con orgullo que mi patria es el Perú.

De regreso a nuestras casas, Amada estaba bastante pensativa, no hablaba casi nada. Intrigada, no pude contenerme:

- ¿Qué te pasa Amada? ¿estás preocupada por algo?.

- De todo lo que nos contaba el otro día mi mami, no sé por qué nunca mencionó que Leguía fue un dictador, ni siquiera le importaba que haya dejado endeudado al país, en la bancarrota. Ahora, igual la señorita Dora ya se olvidó cómo sacaron a Belaúnde, está contentísima con los militares. Es que la gente sólo se acuerda de las cosas buenas, no de las malas que hacen los gobernantes.

Me mantuve callada, porque no había pensado en eso. Hacía tres días, también sufría por el presidente Belaúnde, en ese momento me alegraba lo que había pasado, me tenía totalmente conmovida la recuperación de la “dignidad nacional”. Pero no le quise replicar nada a Amada. Ella era la única que se entendía... ".

Fragmento de la novela "Mariposas en el Convento" Libro I - 1968, Cap. VI "Dilema por el cambio".

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