Foto de mi madre, María Agripina Engracia Hernández Reyes, cuando tenía alrededor de cinco años de edad, se encontraba en su ciudad natal, Chincha. Lleva en los brazos a la muñeca de biscuit que le fue regalada en Navidad, le puso de nombre Pina, como diminutivo a su propio nombre. Mi madre conservó a Pina toda la vida. Hoy le sobrevive y es figura central en la carátula de mi novela "Mariposas en el Convento".
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